…Dejando mi melena nuevamente libre pero sin apartar los labios de aquella zona de mi cuerpo que no sería salvada de un rápido y aséptico corte, hizo un gesto a las funcionarias para que estas se despojasen de sus prendas oficiales. En ese momento comencé a notar el plácido humedecimiento.
La primera en acercarse fué Justine, que comenzó a lamer mis labios menores como si estuviesen recuviertos de un dulce y exquisito néctar. Otras dos se acercaron (una a cada uno de mis costados) y comenzaron a lamer los pezones que todavía se mantenían duros.
Mientras, el verdugo, apartando nuevamente la melena, comenzó a recorrer mi nuca y espalda, lo que unido a las otras sensaciones experimentadas en diferentes partes de mi anatomía (en especial las realizadas por los labios de Justine) produjo un electrizante espasmo a lo largo de mi columna vertebral.
Comencé a jadear cuando observé que las dos funcionarias restantes se masturbaban, desnudas, contemplando aquella escena.